A la procesionaria del roble le encanta el calor. Al igual que ciertas especies de mosquitos y garrapatas, la plaga se beneficia del cambio climático y se extiende cada vez más por Alemania. Al igual que en Baden-Wurtemberg, Baviera, Renania-Palatinado, Renania del Norte-Westfalia, Hesse, Baja Sajonia, Sajonia-Anhalt, Berlín, Brandeburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, ahora también se ha establecido en Sajonia, según el Instituto de Conservación Forestal del Instituto Julius Kühn.
La situación de la infestación en los estados federales varía mucho. Los daños causados por las crías de la mariposa en los robles de los bosques y los asentamientos se consideran actualmente menos graves que los efectos sanitarios de los pelos urticantes en las personas y los animales.
Problema sanitario para el ser humano
Los finos pelos urticantes de la procesionaria del roble se forman a partir del tercer estadio larvario, se desprenden con facilidad y contienen la toxina taumetopoeína de la ortiga. El viento puede propagarlos a grandes distancias. Con la ayuda de sus púas, los pelos se adhieren a la piel humana y provocan picor, hinchazón y, en ocasiones, ataques de asma. La taumetopoeína intensifica los síntomas de la llamada dermatitis de oruga. También puede provocar irritación ocular.
Desde mediados de los años noventa, la presencia de la procesionaria en Alemania es cada vez mayor. En Sajonia-Anhalt, entre otros lugares, se ha establecido una relación con el cambio climático: "Esto puede explicarse sobre todo por el hecho de que la brotación del roble, ahora significativamente más temprana debido al aumento de las temperaturas, favorece el desarrollo de la procesionaria del roble tras la puesta de huevos", según el Ministerio de Agricultura.
La procesionaria es una polilla que vuela desde finales de julio hasta principios de septiembre y prefiere poner sus huevos en robles aislados. Las orugas, de color marrón-amarillo o gris-negro, eclosionan a mediados o finales de abril y se alimentan por la noche. Viven en colonias y se alinean como una procesión cuando se desplazan de un lugar a otro, de ahí su nombre. Sus nidos son telarañas redondas que pueden alcanzar el tamaño de un balón de fútbol.
Control exitoso
En muchas regiones, la propagación se está combatiendo más intensamente en las últimas semanas. El distrito de Luneburgo, en Baja Sajonia, por ejemplo, lleva tres años utilizando con éxito los llamados nematodos. Estos diminutos nematodos se pulverizan vivos sobre las copas de los árboles y combaten las orugas, que llegan a medir hasta tres centímetros de largo.
"Los nematodos son un producto natural inocuo para el ser humano, no perjudicial para el medio ambiente y eficaz contra el 90% de la población de la procesionaria del roble", explica Jens-Michael Seegers, Jefe de Construcción y Mantenimiento de Carreteras. Como los pequeños nematodos son sensibles a la luz, la fumigación se lleva a cabo tras la puesta de sol.
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